El reciente fin de semana se desarrolló el IRONMAN más extremo del mundo, y uno de los más duros también. La región de Aysén recibió a María Cristina Yarur (Maru) y Francisco Miranda (Pancho) quienes luego de un largo y exigente proceso de preparación cruzaron la anhelada meta e hicieron sonar esa campana, dejándonos a todos emocionados por su hazaña. Les dejamos el race report de este tremendo desafío.
El triatlón más extremo del mundo. Así lo describen. Y si, lo corrí, y fue maravilloso.
Lo más difícil fue trabajar la mente para entrar a esa agua gélida. Fue un trabajo personal, pero también tuve mucha ayuda de amigos; grande Bárbara Hernández que me hizo ver todo con otros ojos. Grandes mis chicas de la Cato que aperraron conmigo en aguas gélidas. Grande Nico Aljaro que nunca dudó en estar ahí cuando se lo pedí.
Salgo del agua, hago una T1 muy tranquila. Acá era esencial entrar en calor. La Nico me ayudó a desvestirme, secarme y abrigarme bien. 20 min en eso y parto a la bici. Disfruté cada minuto, cada escenario que se iba apareciendo después de cada curva. El día estaba transparente, brillante post lluvia y olía increíble, ese olor que solo sale después de tanta agua que ha caído. Pasamos varias cuestas, mi support me esperaba en puntos predeterminados para recargar líquido y seguir. Veo a varios competidores al mismo ritmo, y hacemos el jueguito te paso me pasas un rato, hasta que uno me dice vamos conversando mejor, jajajaj obvio que si. Los pasajes se van abriendo cada vez más hasta llegar a esa pampa camino a Balmaceda. El viento ahí es fuerte, asi que se debe tener mucho cuidado con las ráfagas atravesadas. Todo iba bien, hasta que entramos a la cuesta de Diablo para enfilar a Villa Cerro Castillo. Habrán sido unos 30 kms de subida con viento en contra que iban desgastando la cabeza. Solo me concentré en contemplar el paisaje y seguir agradeciendo por este día que la Patagonia nos regalaba. La bajada fue rápida hasta Villa Cerro Castillo, con sus imponentes paisajes.
La T2 perfecta, Nico y Feña full ayuda, me cambio toda la ropa y parto el trote. Recién ahí me doy cuenta que tengo los isquios resentidos de toda la escalada de la bici, mi garmin me marcó 2500 mts en total. Camino un poco hasta que ya me siento mejor y parto con un trote suave. Entramos por unos caminos que rápidamente se transformaron en senderos. Las subidas las caminé rápido, no era la idea desgastar las piernas. Al km 8 hay un punto de hidratación y cuando les hablo y se dan cuenta que soy chilena fue pura alegría. Varias C H I, por las mujeres de Chile ¡los amé! me inyectaron de energía. En el km 10 recargo agua, y de nuevo más C H I… los chicos de la organización siempre alegres y ayudando en todo, ¡lo máximo!.
A esas alturas ya me dolía todo. Estaba tiesa, volví a levantar la vista, admirar y agradecer, mirar a la Nico y agradecer aún más. Me sentí tan afortunada. Todo lo que estaba viviendo era un gran regalo. Regalos de la vida, de la capacidad física y mental, de ser capaz de abrir el corazón y dejar que toda esa energía de la magia que estaba en el aire me llenara por dentro. Paramos un par de veces para tomar fotos, porque el espectáculo nos dejaba sin palabras. No podría describir lo hermoso que era todo. Bajamos por un cajón rodeado de murallas de rocas serpenteando el río Ibañez, pasando por unos saltos de una imponencia monumental.
Llegando a la carretera Marcelo y su familia que por casualidad andaban paseando me dieron el último empuje con sus gritos de ánimo. Al llegar a la meta, los niños de nuevo gritando a todo pulmón y estirando sus manitos. Fue tan emocionante tocarles las manos y de ahí a la campana que me esperaba después de horas de magia, esfuerzo y esa energía de esta región que es única. Recibo mi medalla y abrazo a Feña que está ahí como siempre muy solidario en todas las locuras que se me ocurren.
Si me preguntan si la haría de nuevo, obvio que sí, feliz. Para mi esta región es de las más hermosas de Chile. Mil gracias a la Nico que parecía pulpo haciendo mil cosas, a Feña que hizo el registro fotográfico y se mandó las manejadas eternas, a Panchito compañero de aventura, a mi amiga Paty por su generosidad, a mis compañeros de la Cato que a pesar de encontrarme loca siempre me motivaron a seguir.
Como saben algunos a 5 semanas de la carrera de fracturé un dedo y me tuve que operar de urgencia, mil gracias a Angélica Ibañez que me ayudó y a los doctores que hicieron la mejor alternativa para poder nadar antes de la carrera, nadé 3 veces antes de la carrera