El IRONMAN 70.3 Waco 2025, celebrado el 5 de octubre en el corazón de Texas, desafió a nuestros triatletas Gerardo Illanes, Ignacio Acuña y Gonzalo Prada quienes enfrentaron una dura carrera, con una natación en río, ciclismo ventoso y un trote con calor extremo, convirtiendo esa jornada en una verdadera prueba de resistencia. A continuación, algunos testimonios que reflejan lo que significó enfrentar este desafío.
Gerardo Illanes
La carrera era en Waco, Texas, un pueblito a hora y media al sur de Dallas, donde lo único que hay son cowboys, camionetas enormes, una universidad y Magnolia, una tienda/cafetería muy famosa por un programa de televisión. El clima: calorsss, con 32 grados, sol radiante y alrededor de un 80 o 90% de humedad.
El circuito de nado se realizaba en el río Brazos, completamente plano (sin corriente) y de unos 100 a 150 metros de ancho. Se nadaba desde un punto hasta llegar al parque cerrado. La temperatura del agua superaba los 27 grados, por lo que el uso de traje era opcional (sin cupos para el mundial), aunque la recomendación era no usarlo para evitar la deshidratación. Una mala noticia para quienes sufrimos con el nado… pero al entrar al agua, la recomendación tuvo todo el sentido: el agua estaba tibia y con traje habría sido sofocante. Pese a ser un nado lento —como si existieran los nados rápidos en mi vida— fue entretenido nadar en un río, siempre con la ribera visible a unos 50 metros.
T1/T2: el parque cerrado estaba a unos 500 metros de la salida del agua, en una gran explanada de pasto. Ahí ya se sentía el calor. El pasto tenía pequeñas espinas (por la mañana Ignacio se clavó una en la planta del pie), por lo que se recomendaba salir con la bici en los brazos, no rodando, para evitar pinchazos.
La bici era un circuito tipo loop, aunque con muchos recovecos entre caminos interiores y principales. En total, unos 400 metros de altimetría, con mucho falso plano y algunas rampas de autopista. De ida, el viento en contra me desordenó los ritmos planificados, pero de vuelta algo ayudó. El pedaleo tuvo dos grandes temas:
- La rugosidad del pavimento, pensado quizás para darle agarre a una camioneta Ford F-350 con un tráiler lleno de caballos en día de lluvia, pero no para una bicicleta de triatlón con neumáticos de 28 mm. Aun con 70 psi, la vibración fue insoportable; al poco rato me dolían los isquiones y se me adormecieron las plantas de los pies.
- Las muchas curvas cerradas, que obligaban a frenar y estaban poco señalizadas (varios siguieron de largo por el pasto). Todo esto, por supuesto, con un calor brutal, bebiendo líquido y reponiendo en cada punto de hidratación.
El trote consistía en dos vueltas de 10,5 kilómetros alrededor del río, aunque bien enredado: había que cruzarlo ocho veces en total. La idea era partir en Z3 baja e ir acelerando 5 a 10 segundos cada 5 a 7 kilómetros para terminar en Z3 alta. Partí en Z3 media, pero el calor ya era intenso. Aunque había algunos tramos con sombra, otros eran una verdadera travesía por el desierto a pleno sol, especialmente en la primera vuelta, cuando había poca gente, así que terminé haciendo lo contrario: bajando el ritmo 5 a 10 segundos cada 5 kilómetros. Al kilómetro 15 llegaron los calambres, pero el partido ya estaba jugado, así que solo quedaba disfrutar lo que restaba. La llegada, al final del último puente, fue realmente emocionante.
En resumen: una buena carrera, mucho calor, pavimento pésimo (para que valoremos Pucón), una experiencia muy entretenida y una enorme alegría por la clasificación.
Muchísimas gracias a los tremendos coachs que tenemos —Pato, Jaime, Antony y Ricardo— por su dedicación y apoyo; a todo el team por la constante buena onda; y a Gonzalo e Ignacio, partners en la preparación de esta carrera, que incluso ajustaron sus calendarios para adaptarse a mis tiempos con los niños. Y, por supuesto, a mi lovely wife.
Gonzalo Prada
Este Waco fue especial. Después de mucho tiempo, volví a disfrutar realmente una carrera.
Desde Lima venía con la idea fija de prepararme bien, de hacer una buena carrera, la primera desde junio de 2021 que fue la última carrera que consideraba buena. Pero el invierno fue de todo menos tranquilo: varias semanas con asma, después una sinusitis que no soltaba, y entre medio el accidente de un amigo que me hizo preguntar si realmente valía la pena seguir metido en esto. A eso se sumó algo mucho más lindo pero igual de demandante: la Bruna, mi hija que ahora tiene 10 meses, que empezó a ganarse (con toda razón) la prioridad absoluta de mi tiempo. Entre pañales, mamaderas y entrenamientos salteados, la motivación tuvo altibajos, pero ahí estuvieron siempre los partner, Gerardo, con su empuje constante, e Ignacio, que cada vez que me saltaba una sesión se encargaba de recordármelo.
El fin de semana anterior a la competencia pensé en no hacerla, de hecho, pensé en no llevar la bicicleta pero estaba comprometido… y cumplí. Llegué a Waco con un *TrainingPeaks en 35* —nada prometedor—, sin grandes expectativas, pero con muchas ganas de disfrutar.
Nado: Partimos los tres en fila. Me tocó nadar todo el rato al lado de Gerardo, hasta que en una brazada me pegó un combo que todavía niega haber sido intencional. Salimos prácticamente juntos, lo que fue muy entretenido porque teníamos las bicicletas al lado en el parque cerrado. La T1 fue rápida: era mi única posibilidad de ir unos kilómetros adelante antes de que esas dos bestias (Gerardo e Ignacio) me pasaran en la bici.
Ciclismo: Los 90 km de bici fueron, para mí, lo más entretenido de la carrera. El circuito tenía de todo: cambios de ritmo, tramos rugosos, viento en distintas direcciones, así que había que leer bien la carrera… pero logré mantenerme concentrado y parejo en los watts. Cada 15 minutos levantaba la vista buscando ver si venían los otros dos. En el km 47 giramos, y justo en el 47,66 los vi: llevaba poco más de 1,2 km de ventaja. Nada, pero suficiente para ilusionarse un rato. Los tramos con viento a favor y lateral que venían después los aproveché al máximo.
Me bajé en la T2 con 2:29 según mi Garmin, con las piernas frescas y una sonrisa gigante.
Trote: Sabía que el calor (más de 30°) pasaría la cuenta, así que me propuse correr parejo en 5:30/km (bastante malo pero era lo que había), sin forzar más de la cuenta. En la bici había programado 80 g de carbo por hora, pero terminé comiendo 116 gr/hr sin sentirme mal, así que seguí ese ritmo también en el trote. A los pocos kilómetros, Ignacio me pasó en el 4.8 y Gerardo en el 4.9. No tenía por dónde pelearles, así que simplemente seguí a mi ritmo, disfrutando cada metro, pensando en una frase que me dijo una vez Opitz: “A mí me duele, pero siempre pienso que al de al lado le duele más.” Y con ese mantra, hielo en el gorro y agua en cada estación, fui avanzando. Cruzando el último puente y acercándome a la meta, entendí que esta vez no se trataba de tiempos, ni posiciones, ni watts: se trataba de “haber vuelto a disfrutar” el triatlón, después de un año difícil.
“Reflexión final”: Terminé con un tiempo cercano a 5:20 hrs, lejos de mis mejores marcas, pero sin duda la mejor carrera que he hecho en mi vida considerando todo lo que hubo que sortear para llegar ahí. Volví a confirmar lo mucho que me gusta este deporte, y a valorar el proceso, los amigos y las razones que hacen que uno se vuelva a poner el número en el trisuit. Una carrera que no iba a correr… terminó siendo una de las que más disfruté en la vida
Ignacio Acuña_
Esta carrera la planificamos con varios meses de anticipación, nos inscribimos unos 6 o 7 meses antes, en particular ya me conocen, no me pierdo entrenamientos y doy todo. Para esta carrera también pedí ayuda a un nutriólogo y también a un nutricionista, quería llegar impecable a la carrera y así fue, llegué con 153 de fitness y 5 de forma (para los familiarizados con Trainning Peaks).
Natacion: ya el día anterior nos dijeron que sería sin traje, el agua estaba a 28 C, para mí todo un desafío que hasta entreno con lavapants (ya los dejé), sin embargo disfruté el agua, pocos combos y patadas y muy agradable el río, pero se cumplió el pronóstico, salí 7 minutos peor de lo que tenía planificado, sabía que tenía que esforzarme el doble en la bici para recuperar algo.
Bicicleta: pavimento muy malo, muy rugoso, el tránsito no estaba cortado así que a pedalear por la berma en muchos tramos. Cómo en el KM 60 alcance a Gerardo que iba volando, ahí nos fuimos juntos hasta el km 90. Por su parte a Gonzalo lo vi en un retorno, iba rompiéndola 1,5 km adelante de nosotros. Feliz de ver que los 2 iban bien.
Trote: No lo sentí tan duro como el de Lima, resultó muy bien el plan de alimentación que diseñamos con la nutricionista, nunca un mínimo atisbo de calambres ni fatiga, a pesar que probablemente ya habían 33 o 34 C. Entre el cansancio y las ganas de terminar me equivoqué en la ruta y en lugar de doblar seguí derecho, al final corrí prácticamente lo mismo pero me salté unos check point, por eso fui justamente eliminado. Cuando llegué a la meta vi mi reloj y marcaba 20 km en vez de los 21 y caché que la había embarrado.
La verdad mucha pena, por todo lo que se sacrifica en la preparación, el tiempo que le quitamos a la familia, las privaciones de comidas, etc., en fin, ustedes lo saben mejor que yo. La verdad me ha costado mucho superarlo, moraleja, siempre revisar las rutas antes de la carrera.
Quiero destacar a Gonzalo, que hizo una carrera impresionante, es de los talentosos. Y a Gerardo, muy feliz por él, que clasificó al mundial del 2026, más que merecido, la verdad que muy feliz por él, entrenamos mucho juntos y soy testigo de todo lo que entrega para poder hacerlo bien.